Cuando el bien calla, el mal avanza - Edmund Burke

“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada.” 

– Edmund Burke

Esta frase, atribuida al filósofo y político irlandés Edmund Burke, es una advertencia tan poderosa como vigente. No es el mal, por sí solo, el que destruye el mundo, sino la pasividad de aquellos que tienen la conciencia, la ética y la capacidad para detenerlo… y no lo hacen.

Burke no está hablando únicamente de grandes actos de injusticia o de guerras. Habla también de las pequeñas omisiones diarias, del silencio cómplice, de la indiferencia que se disfraza de neutralidad. El mal, dice, no necesita muchos aliados. Le basta con que los buenos no se opongan.

El peligro de la indiferencia

El centro de esta frase es una de las verdades más incómodas: el mal triunfa no solo por quienes lo ejercen, sino también por quienes lo permiten. En otras palabras, la indiferencia puede ser tan peligrosa como la acción malintencionada.

Cuando frente a una injusticia miramos hacia otro lado, cuando ante una mentira preferimos callar, cuando presenciamos dolor ajeno y elegimos no intervenir, estamos —aunque no lo queramos— colaborando con el avance del mal.

No hacer nada es, en sí mismo, una forma de decisión.

Ser bueno no basta: hay que actuar

Esta frase de Burke exige una comprensión más profunda de lo que significa ser “bueno”. No basta con tener buenos valores o pensar con rectitud. La bondad verdadera se manifiesta en la acción.
Es cómodo sentirse moralmente superior desde la pasividad, pero el mundo no cambia por pensamientos nobles, sino por actos valientes.

Burke nos recuerda que el bien debe ser activo, comprometido, valiente. Que las grandes transformaciones no las hacen las masas, sino las decisiones éticas de individuos concretos que, cuando llega el momento, eligen involucrarse.

De lo cotidiano a lo histórico

La fuerza de esta frase reside también en su aplicación universal. Puede interpretarse en contextos históricos —como la lucha contra los regímenes totalitarios—, pero también en lo cotidiano:

  • En una escuela donde se permite el acoso, porque nadie interviene.

  • En una empresa donde hay injusticias, pero todos callan por miedo.

  • En una familia donde hay violencia y se prefiere guardar las apariencias.

  • En una sociedad que se cansa del dolor ajeno y deja de indignarse.

Cada vez que alguien bueno calla, se esconde o cede, el mal se fortalece un poco más.

Breve reseña de Edmund Burke

Edmund Burke (1729–1797) fue un filósofo, escritor y político irlandés, reconocido por sus reflexiones sobre la libertad, la justicia y el equilibrio entre tradición y cambio. Fue miembro del Parlamento británico y es considerado uno de los padres del pensamiento conservador moderno.

Sin embargo, su conservadurismo no era pasivo, sino éticamente comprometido. Se opuso públicamente a los abusos del colonialismo, defendió los derechos de los pueblos oprimidos y llamó siempre a la responsabilidad moral de los ciudadanos.

Su pensamiento combina razón y conciencia. Esta frase, aunque nunca escrita textualmente por él en esos términos exactos, recoge el espíritu de sus discursos y cartas.

Conclusión: El silencio no es neutral

La frase de Edmund Burke es un llamado urgente a despertar del letargo moral. A reconocer que cada gesto de omisión es un espacio que el mal puede ocupar. Que cada silencio frente a la injusticia es una grieta por donde la oscuridad se cuela.

Ser bueno no es suficiente. Hay que actuar.
Hay que hablar cuando otros callan, intervenir cuando otros dudan, resistir cuando otros se rinden.

Porque si el mal ha triunfado en tantas épocas…
no ha sido por su fuerza, sino por la ausencia de acción del bien.

Y tú, ¿qué eliges hacer cuando ves algo injusto?
Porque incluso no hacer nada… es hacer algo.

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